El café de la tarde
Desde que tengo memoria, mis papás toman un café después de almorzar. En casa, en sus trabajos, cuando salimos a comer. Ese café después de almorzar, indica el comienzo de la tarde. Ese café es la mitad del día y la segunda mitad siempre pasa más rápido. Hoy, mientras tomo ese café, pienso en lo que me queda por hacer en las próximas horas, que hay que hacer hasta no sentirme mal por tirarme a ver una serie y no hacer nada más.
En estos nuevos tiempos, porque no hay otra forma de llamarlo, donde parece que todo cambia pero también todo sigue medio igual, cambian los días pero lo que más cambia para mí, es la tarde.
Usualmente, la tarde que empieza después de ese café suele ser de cosas, actividades variadas… de trabajo, de gimnasio, de amigos, de estudio, de cursos, de caminatas. Hoy entre tanto encierro e incertidumbre, esas tardes toman otra forma.
Después de tanto tiempo encerrados, vamos encontrando sensaciones y actividades nuevas. La salida a comprar también es excusa para ver a alguien de lejos, ir a trabajar un día en la semana es una alegría, y los cafés de la tarde marcan la mitad de un día que parece igual al de ayer pero que también va teniendo un gusto diferente, sin darnos cuenta pasamos de mes en mes.
Estas tardes son de mucha lectura, de series y películas hasta cansarse, de cocinar algo rico, de hablar por teléfono y video llamada, y aunque a veces se hagan largas, sé que es lo que más voy a extrañar.
La tarde puede transformarse en un oasis entre tanta preocupación, pueden ser esas ansiadas vacaciones que necesitamos en junio, cuando esperamos julio y sus vacaciones de invierno. Podemos aprovechar para que esos cafés de la tarde, esa merienda con un amigo, leyendo en un bar o antes de ir a entrenar sean un café distinto, más batido. Hoy puede ser con una torta hecha por nosotros, un budín recién salido del horno, y mirando esa serie que le prometimos a alguien que miraríamos.
Y si, extrañamos un montón y necesitamos acompañar el café con alguien más, y el algo ya no nos llena pero personalmente… un café y un budín mirando Dowtown Abbey (perdón llegué tarde), puede alegrar un poco cualquier tarde.
PD: Dejo esta receta de un budín de chocolate que alegra cualquier tarde y cualquier café, les lleva re poco tiempo y es un gol. Si lo hacen, suban su foto y etiqueten a Narela Café
Necesitan:
2 huevos
140 gr de azúcar
120 ml de leche
100 ml aceite de maíz
80 gr de harina leudante o harina y un poco de polvo de hornear
100 gr de cacao en polvo
Preparación:
Batir los dos huevos con el azúcar.
Después le agregan la leche y el aceite.
Por último, le agregan la harina con el cacao.
Lo ponen en una budinera enmantecada y enharinada, cocinan en horno a 180 grados hasta que al pinchar salga limpio.
Si quieren pueden hacerle una cobertura con 150 gr de manjar blanco mezclado con 50 gr de chocolate derretido.