La excusa perfecta

Cuando era niña el olor a café era un clásico de mi casa, mi mamá tomaba tres diarios: uno en la mañana antes de ir a trabajar, uno después del almuerzo y el último en la tarde cuando llegaba a la casa de la oficina. En mi mente, tomar café era sinónimo de ser adulto y tener responsabilidades. Así aprendí a preparar el café para engreír a mi madre, con las proporciones de café y azúcar exactas. Pero ¡nunca lo probé! era como si inconscientemente me resistiera a crecer.

Ni siquiera tomé café en la universidad, porque nunca me amanecí estudiando… los que me conocen saben que soy una maniática del orden y la estructura, por eso nunca necesité estudiar el día antes a los exámenes.

El inicio de mi relación con el café – con el café de verdad, no el triple mocca latte con extra-jarabe de pumpkin-spice de Starbucks - fue en la oficina. Y se volvió costumbre, no porque lo necesitara sino porque era un quiebre de la rutina del día, un respiro de la locura que era la tesorería del banco donde trabajaba. Una amiga me escribía por el chat interno: “Gaby, vamos a donde Luchito?” y obvio, íbamos a donde Luchito (el señor de la bodega) y nos comprábamos un café, café pasado siempre.

Desde ese día nunca lo dejé, cada vez que me cambiaba de trabajo preguntaba dos cosas: dónde está la cafetera y si tenían una mesa de fulbito de mano para jugar en el almuerzo.

El café es más que una simple bebida, para mí es poder compartir, aunque sea cinco minutos con alguien que te importa, saber cómo les va, cuáles son sus aspiraciones y metas. Es la excusa perfecta para hacer una pausa e interesarte por alguien más, es crear experiencias que no necesariamente van a cambiar tu vida, pero definitivamente van a alegrarte el día.

Ahora me preparo una taza todas las mañanas para empezar con el pie derecho. Es un momento mágico que me recuerda a mi casa, a la oficina, y a esos sitios que tanto añoramos ahora que estamos en cuarentena. Mi taza de café es mi conexión con la normalidad a la que quiero volver pronto.

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Gabriela Moreno Kahn

Peruana haciendo el MBA en Canadá, siendo adulta a la fuerza, y compartiendo experiencias de café por Zoom

 
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